La jugadora australiana es la última ganadora del Open de Australia, pero ya no podrá revalidarlo porque se retiró la temporada pasada.
Los últimos años del Australia Open han tenido una gran variedad de ganadoras. Naomi Osaka ha sido la única que ha conseguido llevarse más de un título desde que lo hiciese Serena Williams y Victoria Azarenka de forma consecutiva en las ediciones de 2012 y 2013.
El curso pasado Barty conseguía cumplir con las expectativas generadas antes del campeonato y se llevó el primer Grand Slam de la temporada pasada y consagrarse como la número uno del mundo del ranking WTA. Era la primera tenista de Australia que conseguía coronarse en más de 40 años y lo bordó con creces. Fue tal su superioridad que no cedió ningún set en las dos semanas de competición.
Fue sorprendente que dos meses después decidiese retirarse del tenis, ya que se encontraba en su mejor momento de su carrera deportiva a sus 25 años por no tener ambiciones para continuar.
La australiana era de las principales favoritas para alzarse como campeona, junto con Osaka. Al final, la nipona no pudo revalidar el título que consiguió en 2021 y cedió la corona en favor de Barty, que superó a Danielle Collins en la gran final del torneo.
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La japonesa fue la ganadora en 2019 y 2021. Desde este último año no ha conseguido ser la tenista que arrasaba sobre la pista. Es una incógnita si participará en esta edición, como también lo está siendo su futuro. No está viviendo su mejor momento deportivo y se está viendo reflejado en su juego en la pista.
En 2019, Osaka sorprendía al mundo asaltando su segundo Grand Slam consecutivo, después del logrado en 2018 en Nueva York, convirtiéndose en la primera número uno del tenis asiático. Venció en la final a Petra Kvitova para coronarse por primera vez en Australia como ganadora.
El siguiente curso no pudo repetir el triunfo, ya que cayó con estrépito en la tercera ronda ante Cody Gauff. Una edición en la que Sofia Kenin sorprendió a todo el mundo al llevarse la gloria, tras superar a la española Garbiñe Muguruza en la final, la gran favorita en aquel momento. La rusa se presentaba en sociedad como una de las futuras promesas del circuito, a pesar de que en el futuro no le ha ido tan bien por culpa de las lesiones que no le han permitido disfrutar de su sueño.
Naomi se pudo revindicar al año siguiente, volviendo a ser la reina del Australia Open derrotando a Jennifer Brady para volver a bañarse en oro. En aquel momento, sumaba su cuarto ‘major’ y segundo en tierras australianas, dejando entrever que sería la tirana del tenis en los próximos años. Sin embargo, no ha podio desempeñarse con la calidad y pulcritud con la que actuaba hace unas temporadas.
La danesa consiguió su primer Grand Slam, a sus 27 años, derrotando a Simona Halep. Un éxito que le llevó a lo más alto de ranking WTA. Era su primera gran victoria después achacarle que le faltaba conseguir ganar uno de los cuatro torneos más importantes del circuito. Sobre todo, después de no caer dos veces (2009 y 2014) en la final del Abierto de los Estados Unidos.
Wozniaki necesitó 43 Grand Slams para alcanzar la gloria, pero al final persistió para conseguir su anhelado sueño. Una historia de superación, que igual vivimos en esta edición que comienza en apenas diez días. La de Dinamarca cogió el testigo de una Serena Williams, que consiguió vencer en 2017.
La jugadora norteamericana dijo adiós el pasado Abierto de los Estados Unidos, después de una carrera envidiable, donde destacó en Australia. Consiguió llevarse el título en siete ocasiones (2017, 2015, 2010, 2009, 2007, 2005 y 2003). En unas semanas será extraño que no esté una de las máximas ganadoras de la historia de este torneo. Es la tercera por detrás de Margaret Smith (11) y Margaret Court (11).
Hizo historia en esta competición y seguramente sea muy difícil que otra jugadora pueda acercarse a los registros que ha tenido una de las mayores deportistas de toda la historia.
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