Gian Piero Gasperini alcanzó el clímax de su ciclo con la Atalanta consiguiendo el trofeo de la Europa League en 2024. Repasamos sus orígenes y toda su trayectoria como entrenador.
Con su victoria en la Europa League, Gasperini alcanzo el clímax de su carrera como entrenador y finalmente se desquitó de la etiqueta de «perdedor exitoso»: los equipos de Gasperini juegan muy bien al fútbol, pero (casi) nunca ganaban.
Repasamos toda su carrera, con los mejores, pero también los peores, para entender la figura de un entrenador que será para siempre eterno en Bérgamo.
Nacido el 26 de enero de 1958 en Grugliasco, cerca de Turín, Gasperini se formó en las categorías inferiores de la Juventus, aunque nunca debutó en la Serie A con el primer equipo, solo en la Copa Italia. Después, jugó en la Reggiana, el Palermo, la Cavese y la Pistoiese. En 1985 pasó al Pescara, donde se convirtió en capitán.
Centrocampista incansable y con una notable capacidad para romper el juego rival, se convirtió en el líder de aquel equipo de juego espectacular que, bajo la dirección de Galeone, logró el ascenso a la Serie A en 1987.
Al año siguiente, Gasperini marcó siete goles en la máxima categoría, contribuyendo a la permanencia del equipo. Dejó el Pescara en 1990, jugó una temporada en la Salernitana y finalizó su carrera en el Vis Pesaro, logrando un ascenso a la Serie C1.
Quienes le vieron jugar siempre supieron que llegaría a ser entrenador. Y, de hecho, Gasperini se sentó en el banquillo inmediatamente después de colgar las botas, empezando como técnico en la Sisport.
Posteriormente pasó a las categorías juveniles de la Juventus, donde dirigió varios equipos durante casi una década. En 2003, tras ganar el Torneo de Viareggio, se trasladó al Crotone en la Serie C, logrando el ascenso a la Serie B tras los playoffs.
Después de dos temporadas irregulares en Calabria, en 2006 llegó al Genoa, iniciando un ciclo dorado: ascenso a la Serie A, clasificación para Europa con una participación casi en la Champions, y otras buenas temporadas.
En 2011, Gasperini parecía listo para dar el gran salto a un equipo grande. Por un día fue entrenador del Napoli, pero el presidente De Laurentiis rompió el contrato cuando Mazzarri decidió quedarse. En su lugar, se convirtió en el entrenador del Inter.
La experiencia en el Inter de Milán fue breve y poco satisfactoria para Gasperini. Dirigió solo cinco partidos, con un empate y cuatro derrotas: Un balance de resultados muy deficiente que terminó sentenciando al de Piamonte.
Tras este batacazo, intentó relanzar su carrera al año siguiente, en la temporada 2012/13, en el Palermo, que luchaba por no descender: tampoco le fue bien, otro despido.
Finalmente, ya en octubre de 2013, recibió la llamada del Genoa, su antiguo equipo, y logró su ansiado relanzamiento. Tras una permanencia tranquila, consiguió un sexto y un undécimo puesto: el verdadero Gasperini había regresado.
En el verano de 2016, el Atalanta, tras una serie de temporadas turbulentas, decidió iniciar un nuevo ciclo con el técnico de Grugliasco. La elección fue, con el paso del tiempo como juez, completamente acertada.
Han sido ocho años de oro para los nerazzurri, quizá con menos trofeos de los esperados tras numerosas finales, pero con un proyecto que acumuló puestos de prestigio:
- Cuarto puesto en 2017, tres terceros puestos en 2019, 2020, 2021, quinto en 2023
- Tres finales de Copa Italia perdidas, en 2019, 2021 y 2024
- Cuartos de final de Champions en 2020
Finalmente, quizá en el partido más importante de toda su historia, consiguió alcanzar la gloria conuna histórica Europa League conquistada en Dublín contra el Bayer Leverkusen. Una clase maestra y un 3-0 contra el, hasta entonces, invicto Leverkusen que se recordará para siempre como el climax de Gasperini en su ciclo con el conjunto neroazurro.
Un título merecidísimo que vio a la diosa enfrentarse a superpotencias del fútbol europeo como el Liverpool de Klopp y el Bayer Leverkusen de los invencibles, que finalmente se rindieron ante el equipo de Gasperini.
Dublín es, y siempre será, su dulce venganza.
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