Su victoria en Argentina supuso la última de su trayectoria en el WRC y le permitió batir el récord de triunfos que compartía con McRae.
En el verano de 2004 Carlos Sainz había cumplido ya los 42 años y vislumbraba su retirada del Campeonato Mundial de Rally (WRC), una retirada que confirmó oficialmente en octubre. Habían pasado 12 años desde la segunda vez que se proclamó campeón y, aunque desde entonces siempre se había mantenido en la pomada con tres segundos puestos y cinco terceros en la clasificación mundialista, nunca volvió a alcanzar aquellos éxitos iniciales con su Toyota Celica y sabía que tampoco se proclamaría campeón esa temporada a los mandos del Citroën Xsara WRC.
En esa época Sainz compartía con Colin McRae, hasta entonces su compañero en Citroën, el récord de victorias totales con 25 cada uno y en 2004 el británico se había visto obligado a dejar su sitio al joven Sébastien Loeb, el gran protegido de la marca francesa. Sin McRae en el Mundial, Sainz gastaba su último cartucho por liderar en solitario ese ranking de máximos ganadores y la oportunidad llegó ese verano durante el Rally de Argentina.
Loeb lideraba el campeonato tras imponerse en cuatro de las siete pruebas disputadas, pero durante los primeros compases del Rally de Argentina se vio incapaz de superar a Sainz y optó por una conducción más conservadora para asegurar puntos, mientras el madrileño se batía en duro duelo con el Peugeot 307 WRC de Marcus Grönholm.
Sin embargo, el finlandés sufrió un accidente al final de la segunda manga que lo dejó fuera de combate y Sainz pudo centrarse en mantener su primer puesto en esa tercera y última jornada del 18 de julio para alcanzar la ansiada victoria número 26. “Para mí es un gran honor lograr esta victoria. Pero no es tanto por el número, sino por cómo la he conseguido. Está bien batir récords, pero es mejor lograr una buena victoria”, aseguró Sainz tras subir a lo más alto del podio e inscribir su nombre en la historia del rally.
A pesar de no ganar nunca el Mundial por tercera vez, poco a poco Sainz había ido acrecentando su figura en este deporte. En 1996 igualó las 18 victorias de Hannu Mikola y al año siguiente superó a Markku Alén, dos leyendas de los inicios del WRC, para alcanzar los 20 triunfos en una lucha encarnizada con Didier Auriol y Juha Kankkunen, sus dos grandes rivales a principios de la década. El francés acabaría su carrera con 20 victorias y el finlandés, con 23.
Pero mientras Sainz y Kankkunen peleaban por lograr el mayor número de victorias a finales de los 90, tanto Colin McRaeo como Tommi Mäkinen venían presionando con fuerza y en 2001 ambos llegaron a los 23 triunfos para alcanzar el récord entonces compartido por Sainz y Kankkunen, quien nunca pasó de esa cifra.
Durante la siguiente temporada, Mäkinen y Sainz firmaron una victoria cada uno y McRae se hizo con dos para situar el nuevo récord en 25 triunfos. Los tres pilotos se encontraban ya en el ocaso de su trayectoria en el Mundial. Ni el finlandés ni el británico volvieron a subir a lo más alto del podio en una prueba mundialista, pero Sainz alcanzó a McRae en 2003 y lo supero por fin el 18 de julio de 2004 en Argentina.
Todo deportista sabe que casi siempre es cuestión de tiempo que los récords acaben superándose y a Sainz no le duró mucho su primer puesto en el ranking, ya que por entonces comenzaba la dictadura de Sébastien Loeb. Desde su primer triunfo en 2002, el francés tan solo necesitó cuatro temporadas para superar a Sainz y alcanzar las 27 victorias.
Al año siguiente Gronhölm también llegó a esa cifra y cerró su carrera con un total de 30, mientras Loeb continuaba lanzado sin nadie que le hiciera sombra. En 2012, la última de las nueve temporadas consecutivas en las que se proclamó campeón mundial, acabó con 76 triunfos y en años posteriores firmó otras cuatro victorias más para llegar a las 80.
El testigo de Loeb lo cogió su compatriota y yocayo Sébastien Ogier, quien a fecha de julio de 2023 lleva ya 58 victorias tras imponerse en el Rally Safari de Kenia.
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