El europeo de 1988 en Alemania Occidental pasó a la historia por el título de una sensacional selección holandesa liderada por los goles de Marco van Basten
Países Bajos poseía un equipo excepcional en la década de 1970, en el que brillaban Johan Cruyff, Johan Neeskens, Johnny Rep, Rob Rensenbrink, Ruud Krol y Arie Haan.
Aunque estuvieron cerca de la gloria, nunca lograron ganar un trofeo, ya que cayeron en la final de la Copa Mundial en dos torneos consecutivos, en 1974 y 1978, mientras que terminaron terceros en el europeo de 1976.
Todos los finales trágicos estaban a punto de cambiar con la generación de jugadores de 1988. Liderados por el influyente Ruud Gullit, jugadores de la talla de Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Jan Wouters y el imperioso Marco van Basten, pasarían a la historia como leyendas del fútbol holandés.
La selección de Rinus Michels no empezó con buen pie, ya que cayó derrotada por 1-0 ante la Unión Soviética en su primer partido de la liguilla, disputado en Colonia.
Van Basten había sufrido una temporada de lesiones en su primer año en Milán y empezó la competición en el banquillo después de haber disputado tan solo 11 partidos de liga en 1987-88.
Unos números inesperados, tras marcar 154 goles en 174 partidos con el Ajax y llegar a San Siro como una gran estrella para jugar como delantero titular de los rossoneri.
Sin embargo, sus actuaciones en los quince días siguientes impulsarían a van Basten a convertirse en uno de los grandes delanteros internacionales.
Holanda se enfrentó a Inglaterra en su siguiente partido y van Basten marcó un hack-trick soberbio para relanzar su torneo y el de su selección nacional.
A pesar de las proezas del delantero, los holandeses tuvieron que recurrir a un gol fortuito de Wim Keift en los últimos minutos del partido contra la República de Irlanda para clasificarse a expensas de su rival.
Paises Bajos quedó segunda de su grupo, lo que significaba una batalla en semifinales contra la anfitriona, Alemania Occidental. Ambos rivales se habían enfrentado 14 años antes en la final de la Copa Mundial, y los holandeses buscarían la revancha en Hamburgo.
Alemania Occidental había ganado dos partidos y empatado uno en la fase de grupos, y contaba con una formidable alineación de la que se esperaba que llevara a su equipo a la final.
Cuando el capitán Lothar Matthaus marcó de penalti a los 10 minutos del descanso, Alemania lo tenía todo de cara, pero los holandeses tenían otros planes, especialmente Gullit, quien disputó uno de sus mejores partidos con la camiseta holandesa, superando el marcaje al hombre de Ulrich Borowka.
En torno al minuto 74, la selección orange dispuso de un penalti cuando van Basten fue derribado por Jurgen Kohler, y Koeman transformó el mismo para poner el gol del empate en el marcador.
Cuando el partido se encaminaba a la prórroga, van Basten volvió a superar a Kohler al aprovechar un pase en profundidad de Wouters y batir al guardameta Eike Immel para clasificar a Holanda para la gran final.
Su rival en la final sería la Unión Soviética, equipo que ya había derrotado a Holanda en la fase de grupos, pero en aquel partido Van Basten se quedó fuera.
No había ninguna posibilidad de que van Basten se perdiera la final, y fue clave en los dos goles de su equipo. En la primera parte, su asistencia de cabeza sirvió a Gullit para marcar el primer gol, resultado con el que su equipo se marchó al descanso a favor.
Nueve minutos después del descanso llegó uno de los grandes momentos de la historia del torneo continental.
El centro de Arnold Muhren desde la banda izquierda parecía demasiado parado para Gullit, que esperaba en el punto de penalti, mientras van Basten se dirigía al segundo palo, sin aparente peligro para la portería rival.
Pero en lugar de buscar a un jugador holandés, se atrevió a golpear una potente volea por encima de la cabeza de Rinay Dasayev desde un ángulo cerrado, que se coló por la escuadra. Simplemente, la obra de un genio.
Holanda encontró la tranquilidad con la obra maestra de van Basten, a pesar de un penalti posterior cometido y detenido por el guardameta holandés van Breukelen para conquistar su primer trofeo internacional.
Por su parte, el protagonista van Basten ganaría el Balón de Oro ese mismo año, y dos veces más en 1989 y 1992. Lamentablemente, jugó su último partido justo un año después de su tercer triunfo, ya que su carrera se vio truncada por una lesión a la edad de 28 años.
No obstante, para el pueblo holandés, sus logros y los de sus compañeros en la Eurocopa de 1988 nunca se olvidarán.
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