El navarro fue el primer ciclista que conquistó cinco veces consecutivas el maillot amarillo en la ronda gala, gracias a una nueva exhibición con dos triunfos de etapa en las contrarrelojes individuales.
El idilio que vivió Miguel Induráin con el Tour de Francia entre 1991 y 1995 se acabó traduciendo en una de las mayores gestas deportivas en la historia del deporte. El navarro ganó cinco ediciones de la ronda gala de forma consecutiva e igualó el palmarés de otras leyendas como Jacques Anquetil, Eddy Merckx o Bernadr Hinault, aunque ninguno de estos corredores logró sus cinco triunfos seguidos.
El recorrido de esta edición de la Grande Boucle constaba de 20 etapas y un recorrido total de 3 635 km en total. Por supuesto, Induráin llegaba como favorito indiscutible tras ganar las cuatro ediciones más recientes y acabó sellando una de las mejores temporadas de su carrera deportiva.
El navarro ganó el Tour de Francia, la Critérium Dauphiné y el Mundial de Ruta en la categoría de contrarreloj. Además, se llevó también otras competiciones menores como la Vuelta a Galicia, la Vuelta a La Rioja o el Gran Premio de Midi Libre.
Eso sí, la preparación de cara a la ronda gala generó muchas dudas, ya que Induráin decidió no correr el Giro de Italia, algo que se entendió como un signo de debilidad tras tener que conformarse con el tercer puesto en la edición anterior. El navarro disipó las dudas yendo de menos a más, especialmente tras un ataque espectacular en la etapa 7 que demostró su ambición por acumular buenos resultados en el tramo final de su carrera deportiva.
Ciclista | Tiempo |
---|---|
1. Miguel Induráin (Banesto) | 92h 44' 59'' |
2. Alex Zülle (ONCE) | + 4' 35'' |
3. Bjarne Riis (Gewiss) | + 6' 47'' |
4. Laurent Jalabert (ONCE) | + 8' 24" |
5. Ivan Gotti (Gewiss) | + 11' 33'' |
El triunfo de Miguel Induráin en este Tour de Francia solo se entiende si atendemos a su poderío en las contrarrelojes individuales, ya que ganó estas dos pruebas y fueron las dos únicas etapas que sumó a su palmarés. De hecho, el navarro sufrió más de la cuenta en las etapas de alta montaña, sobre todo por el nivel que demostraron otros corredores que llegaban como principales alternativas y que terminaron en el Top-10.
El ciclista español ganó en la etapa 8 para ponerse el maillot amarillo, que no soltó hasta la llegada a París con otro triunfo en la etapa 19 que dejaba sentenciada la general. Además, fue tercero en la clasificación por puntos, aunque no brilló en la clasificación de montaña y el equipo Banesto no pudo superar el poderío del equipo ONCE.
Su estrategia durante la carrera fue prácticamente perfecta y priorizó atacar en momentos clave del recorrido a pesar de que se traducía en una renuncia a luchar por el triunfo de etapas. Sus principales rivales claudicaron pronto y la última semana de la Grande Boucle estuvo controlada en todo momento tanto por el navarro como por el equipo Banesto.
La presencia española en esta edición de la ronda gala fue muy importante, sobre todo si atendemos a que Melchor Mauri y Fernando Escartín acompañaron a Induráin entre los 10 mejores ciclistas de la clasificación general. Eso sí, solo el navarro ganó alguna etapa y el equipo ONCE de procedencia española fue el mejor en esta edición.
El rey indiscutible era Induráin, que enamoró a todo un país con sus éxitos deportivos y empujó a una nueva generación de deportistas españoles que lograrían muchos éxitos tan solo unos años después. Además, fue una pieza esencial para crecimiento que experimentó el ciclismo durante los años ´90, una tendencia que se ha mantenido al alza desde entonces.
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