Los Juegos Mundiales Femeninos, la primera competición deportiva femenina de atletismo, contaron con cuatro ediciones hasta la unificación de calendarios.
El deporte femenino ha avanzado a pasos agigantados durante las últimas décadas, pero su progresión empezó a desarrollarse con fuerza a principios del silo XX. La razón principal fue la ausencia de deportes femeninos en las Olimpiadas, algo que impulsó el desarrollo de los Juegos Mundiales Femeninos.
Este evento se centró en el atletismo y supuso el primer acontecimiento deportivo femenino de escala internacional. Sus cuatro ediciones supusieron un éxito rotundo y aumentaron con rapidez tanto el número de atletas como el de países participantes.
Sede | Estadio | Fecha | Participantes |
París (Francia) | Stade Pershing | 20 de agosto de 1922 | 77 atletas de cinco países |
Gotemburgo (Suecia) | Slottsskogsvallen | 27-29 de agosto de 1926 | 100 atletas de siete países |
Praga (Chequia) | Letná Stadium | 6-9 de septiembre de 1930 | 200 atletas de 17 países |
Londres (Reino Unido) | White City Stadium | 9-11 de agosto de 1934 | 200 atletas de 19 países |
De hecho, la quinta edición de estos Juegos Mundiales Femeninos se canceló por la inclusión de deportistas femeninas en los Campeonatos Europeos de Atletismo de 1938. El objetivo de esta competición se había cumplido y la unificación de calendarios se convirtió en una tendencia constante desde entonces.
Las mujeres tenían una escasa representación en las Olimpiadas, aunque sus primeras apariciones se remontan a inicios del siglo XX en modalidades como el golf, el tenis, el tiro con arco, el patinaje artístico o la natación. Sin embargo, el peso del atletismo no se veía reflejado hasta que se demostró el potencial de las atletas con los Juegos Mundiales Femeninos.
La precursora de todo este movimiento fue Alice Millat, que se convirtió en la mayor representante francesa para las atletas femeninas y una de las más importantes del mundo. Su obra más importante fue la fundación de la Fédération Sportive Féminine Internationale (FSFI), que sirvió para supervisar los acontecimientos deportivos internacionales y presionar para la inclusión de más pruebas femeninas en las Olimpiadas.
El interés que suscitaron los Juegos Mundiales Femeninos acabó por doblegar las constantes negativas del Comité Olímpico Internacional y la Federación Internacional de Atletismo. Esta situación abrió un nuevo proceso de colaboración y propició la desaparición del organismo femenino, que en todo momento velaba por el interés de las atletas.
Las cifras demuestran la importancia de esta competición femenina, ya que los Juegos de Ámsterdam (1928) contaron con la participación de 300 mujeres. Este dato suponía el 10% de los deportistas totales, aunque el porcentaje se fue ampliando con el paso de las ediciones hasta la normalización de su presencia en la actualidad.
Por ejemplo, en los Juegos de Atenas (2004) esta cifra aumentó hasta alcanzar una representación femenina del 40% de los deportistas en el evento multideportivo, al mismo tiempo que se alcanzó el 49% en los Juegos de Tokio (2020). El camino ha sido largo, pero los resultados son inmejorables a pesar de que todavía queda mucho trabajo que realizar.
La presencia de Serena Williams, Nadia Comaneci, Billie Jean King, Yelena Isinbayeba o Simone Biles son algunos de los ejemplos más reputados a nivel global. El interés que suscita en la actualidad el deporte femenino sería impensable sin atrevimientos tan importantes como los Juegos Mundiales Femeninos en su época.
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