Unas décadas antes de que se celebrase la edición inaugural de las Olimpiadas modernas, Atenas organizó el primer intento de recuperar el famoso evento deportivo de la Grecia Clásica.
Aunque los Juegos Olímpicos que se celebran en la actualidad cada cuatro años datan de 1896, cuando el Comité Olímpico Internacional creado por el francés Pierre de Coubertin organizó en Atenas la primera edición, la idea de recuperar el famoso espectáculo deportivo de la Antigüedad no era nueva. El primero en llevarla a cabo fue el filántropo griego Evangelos Zappas, quien ya en 1859 reinstauró en Atenas unos Juegos Olímpicos que contaron con posteriores ediciones en 1870 y 1875.
Ya desde el siglo XVII hay constancia de celebraciones deportivas inspiradas en los Juegos Olímpicos de la Grecia Clásica, como es el caso de los Juegos Olímpicos de Cotswold organizados en Inglaterra y que, con diversas interrupciones, se han mantenido hasta la actualidad. La Francia Revolucionaria también contó con su Olympiade de la République, pero fue durante la primera mitad del siglo XIX cuando surgieron más iniciativas auspiciadas por el romanticismo de la época.
Con Grecia recién salida de su guerra de independencia del Imperio Otomano, durante la década de los años 30 del siglo XIX empezó a cobrar fuerza el recuerdo de los Juegos Olímpicos elemento de identidad nacional y surgieron varias iniciativas que nunca llegaron a concretarse.
En 1856 Evangelos Zappas, un rico empresario nacido en la actual Albania, entonces bajo el Imperio Otomano, y miembro de la diáspora griega asentada en Rumanía, le comunicó al rey Otón I su intención de costear la reinstauración de los Juegos Olímpicos, incluyendo la reconstrucción del antiguo Estadio Panathinaikó de Atenas y el dinero a repartir entre los premiados.
Por fin el 15 de noviembre de 1859 comenzaron los conocidos como Juegos Olímpicos de Zappas, disputados únicamente por atletas griegos (incluidos los procedentes de la diáspora que vivían fuera de las fronteras) y que contaron con las disciplinas clásicas: atletismo, lanzamiento de disco, lanzamiento de jabalina, lucha, saltos y ascensión por un tronco de madera a modo de cucaña.
El plan original de Zappas era recobrar la periodicidad clásica de los cuatro años que forman una Olimpiada, pero no logró poner en marcha la segunda edición y falleció en 1865. Sin embargo, legó parte de su fortuna a seguir ampliando la infraestructura para futuras ediciones y su deseo se hizo realidad en 1870.
Después de una edición inaugural algo caótica por la falta de referentes y de experiencia, la de noviembre de 1870 tuvo una mayor organización y resultó un éxito nacional: se pagó a los participantes un entrenamiento previo de tres meses y compitieron uniformados, el reformado Estadio Panathinaikó contó con una capacidad para 30.000 espectadores y se añadieron nuevas disciplinas, aunque algunas tuvieron que suspenderse por el mal tiempo.
La siguiente edición se celebró en 1875 e introdujo un notable cambio. Ahora ya no podía participar cualquiera que quisiera apuntarse, sino tan solo quienes estudiaban en la universidad, debidamente entrenados en el Gimnasio Público de Atenas que dirigía Ioannis Fokianos, organizador de los Juegos. La exclusión de participantes de las clases sociales menos privilegiadas generó rechazo entre el público popular y esta tercera edición no tuvo el éxito mediático de la anterior.
Aunque el dinero legado por Zappas se siguió empleando en la construcción de instalaciones deportivas, los constantes desacuerdos organizativos impidieron el cumplimiento del periodo Olímpico de cuatro años y no fue hasta 1889 cuando Fokianos sacó adelante una nueva edición ajena al Comité Olímpico y organizada exclusivamente por él mismo.
Un real decreto firmado por el príncipe Constantino estipuló las bases para otra edición que debía celebrarse en 1892 y que nunca llegó a realizarse, aunque el testigo lo tomó Pierre de Coubertin, fundador del Comité Olímpico Internacional. El educador francés tenía la intención de que la primera edición de unos Juegos con participación internacional coincidiera con la Exposición Universal de París de 1900, pero finalmente se decidió adelantarla a 1896 para aprovechar el interés mediático del momento, con Atenas como sede.
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